La verdad cojea mientras la falsedad vuela
Vivimos en una época en que a veces parece imposible
distinguir la verdad y la falsedad y ambas pueden propagarse a la velocidad de
la luz.1 Pueden también
verse amplificadas un millón de veces en la caja de resonancia global creada
por internet y el uso de las redes sociales. Esto es a un tiempo una bendición
y una maldición: una bendición cuando el flujo de información lleva consigo
conocimientos que tienen la capacidad de mejorar la vida de las personas,
elevar el espíritu humano, transmitir verdad y belleza; una maldición cuando se
emplea para difundir falsedades, avivar el odio y la división, o llevar a cabo
venganzas personales.
Según cuál de estas tendencias prevalezca, viviremos
o bien en un mundo de hechos objetivos en el que los gobiernos, el mundo
empresarial y la sociedad civil pueden interactuar entre sí sobre la base de un
cuerpo comúnmente acordado de conocimiento y verdad, o nos deslizaremos hacia un mundo de ficción,
una realidad alternativa hecha de fantasías, donde se hace un uso indebido de
las tecnologías de la información con fines perversos, ya sea para favorecer
las inclinaciones represivas del estado en muchos rincones del mundo o, más
prosaicamente, para esparcir, sin más, mentiras sobre un colega de trabajo,
un vecino o el cónyuge del que uno se ha separado.
Lo que está en juego, en realidad, trasciende lo
puramente personal. Tiene relevancia para el futuro que queremos para la
democracia. Pues la base de la democracia es, sin duda, la legitimidad, que a
su vez se erige sobre cimientos de transparencia, responsabilidad y el imperio
de la ley, los cuales descansan sobre el respeto escrupuloso por la verdad y los
hechos. Son estas cuestiones que hemos de abordar si no queremos vernos inmersos
en una niebla de falsedades, y encontrarnos viviendo en un mundo en el que la
búsqueda de la justicia y la verdad se perciban —parafraseando a Jonathan
Schell— como espejismos que son de interés solo para los bienintencionados, ilusiones
de quienes se niegan a hacer frente a la “cruda realidad” de la vida
contemporánea. Y, naturalmente, es relevante también para la prosperidad
humana, la lucha contra la pobreza y muchas de las nobles aspiraciones que
motivan a la gran mayoría de mis compañeros en el Banco Mundial y que
fundamentalmente tienen que ver con “equipar a las personas e instituciones con
los medios mediante los que pueden alcanzar el verdadero propósito del
desarrollo; es decir, poner los cimientos de un nuevo orden social que pueda
cultivar las potencialidades ilimitadas latentes en la conciencia humana”.
Como muchos sabéis, hace seis meses fui acusado de ser
el responsable de un intento dentro del Banco Mundial de manipular los datos de
Chile para una de las publicaciones insignia del Banco, el informe Doing Business. Se alegó que me
impulsaban motivaciones políticas y que quería inmiscuirnos a mí y a la
organización para la que trabajo en los asuntos internos de otro país. Aunque se
trataba de una acusación extravagante, respondí inmediatamente
y tengo la satisfacción de compartir
ahora con vosotros los resultados de la auditoría independiente encargada por el Banco Mundial que se ha hecho pública
hoy. La verdad llega cojeando por detrás, pero tal vez haya alguna posibilidad
de que permanezca en el lugar por mucho tiempo, después de que la falsedad haya
huido.
WASHINGTON –11 de Julio, 2018 – El Banco Mundial ha
emitido hoy un comunicado
con relación a un funcionario:
“En relación con el comunicado
del Banco Mundial del 18 de enero respecto a Augusto López Claros, miembro muy
apreciado de la plantilla del Banco Mundial, hemos recibido ya el informe final
de la auditoría independiente sobre los indicadores Ease of Doing Business (Facilidad para hacer negocios). La auditoría
muestra claramente que el Sr. López-Claros y todos los demás empleados de Doing
Business actuaron con integridad y profesionalidad. Demuestra también que
cualesquiera alegaciones en sentido contrario, reproducidas en los medios,
carecen por completo de base o fundamento. Es del todo lamentable que el
comportamiento ético de un empleado que goza de tan alta consideración haya
sido cuestionado en estas circunstancias, y nos congratulamos de que la auditoría
haya demostrado la realidad de los hechos de forma clara e inequívoca.”
1 Jonathan Swift escribió: “La falsedad vuela, y la verdad viene
cojeando por detrás, de suerte que cuando los hombres llegan a salir del
engaño, ya es demasiado tarde; la mofa ha concluido, y el relato ha hecho su
efecto; es como un (…) médico que
hubiera encontrado una medicina infalible, una vez que el paciente ya está
muerto”.